La osteopatía craneal de Sutherland
William Garner Sutherland (1873-1954), discípulo directo de Taylor Still, iba a dar extraordinario impulso a la osteopatía al descubrir un nuevo dato de la fisiología: la existencia de un movimiento, desconocido hasta entonces, que tiene su origen en el cerebro y que él va a llamar movimiento respiratorio primario (en inglés C.R.I. “crania rythmic impulse”).
Ya en la antigua Grecia se aplicaban las manipulaciones craneales. A la edad de 25 años, Sutherland abandonó su profesión de periodista para estudiar con el Dr. Still en Kirksville/Missouri. Después de haber finalizado con éxito sus estudios, obtuvo en 1900 en título de “Doctor en Osteopatía, DO”.
Apasionado por la anatomía y la fisiología, el joven W. G. Sutherland descubre con sorpresa que en el cráneo existen ciertos bordes que parecen hechos para deslizarse uno sobre otro. En efecto, si el cráneo era concebido, según se lo describían en la mayoría de los libros, como una caja rígida, esas suturas deberían estar anquilosadas, soldadas, al acabar el crecimiento.
Ahora bien, esa soldadura se produce sólo a una edad muy avanzada. Si esas suturas no se sueldan, es posible desmontar el cráneo como se haría con un delicado mecanismo de relojería.
Durante estos años, acumuló cráneos óseos, los comparó, los estudió, los desarmó. Su casa se transformó en un laboratorio de experimentación invadido por cráneos (lo que su mujer llamó la "época craneal de su matrimonio"). Sutherland consagrará veinticinco años de su vida a experimentar con el cráneo, practicando sobre él mismo a fin de determinar si el bloqueo de la sutura podía generar disturbios o perturbaciones orgánicas.
Al desarticular pacientemente un cráneo con un pequeño cuchillo, Sutherland se asombra al descubrir que este extraordinario puzzle en tres dimensiones pudiese desmontarse sin romper el más mínimo fragmento, lo que demuestra la total libertad de todas las articulaciones de los huesos entre sí, y por tanto, de su movilidad.
Fabricó un casco de experimentación y con éste empezó a estudiar desde adentro, en su propio cuerpo, los efectos, las consecuencias y los síntomas relacionados con estas alteraciones, estas fuerzas exteriores. Conservando este casco sobre su cabeza días enteros y semanas enteras, cambiando los puntos de apoyo y las presiones, se fabricó cefaleas, trastornos de la visión, síncopes, etc., sintiendo en él mismo cómo se comportan los distintos huesos del cráneo, el sacro y las membranas intracraneales cuando el cráneo está sometido a fuerzas específicas.
Estos experimentos lo llevaron a ampliar el concepto de movilidad craneal y llegar al de movilidad cráneo sacral. Luego desarrolló un conjunto de maniobras basadas en la fluctuación del líquido cefalorraquídeo y estas maniobras lo aliviaban de los dolores provocados por su casco. Empezó pues a tratar varias patologías en sus pacientes y luego, al cabo de veinte años de experimentación, decidió dar a conocer en 1929 el resultado de su trabajo.
Los huesos temporales sobre los que se sitúan las orejas se parecen extrañamente a las agallas de un pez. Las superficies articulares permiten micro movimientos de separación descritos como una rotación, externa e interna.
Por la misma época, hacia 1929, un estomatólogo parisino, el profesor Lebourg, llega a las mismas conclusiones que Surtherland, al considerar preponderante la influencia de las tensiones musculares del cuerpo sobre el desarrollo y la forma del cráneo, así como del modelado del rostro.
Cada hueso está separado por una articulación que no permite, efectivamente, un verdadero movimiento propiamente dicho, sino una cierta ligereza, una maleabilidad que podría compararse a la de una armadura que, aunque rígida, permite ciertos movimientos ligeros gracias a su sistema de charnelas o bisagras.
Estudiando minuciosamente las articulaciones craneanas, Sutherland aprende entonces los cálculos para explicar cómo se mueve cada una de ellas y definir los ejes de movimiento. Así, va a enumerar con precisión las relaciones entre las suturas y los orificios de pasaje de los nervios y de los vasos. Va a explicar también cómo las membranas que recubren los rebordes de los huesos pueden ceñir y comprimir los nervios y vasos cuando se producen ligeros traumatismos, originando trastornos que hasta ese momento no tenían solución.
Basándose en los principios de Taylor Still, Suterland deduce que en el ámbito de las articulaciones y las membranas meníngeas del cráneo (hoz del cerebro, tienda del cerebelo), las estructuras responden a las mismas leyes que en todas las partes del cuerpo.
La palpación osteopática clásica, tal como la enseñaba Taylor Still, podía alcanzar una fuerza de presión de 50 a 100 gramos en la punta de un dedo. Fuerza ligera, es cierto, pero muy importante, que aplasta los millares de corpúsculos táctiles que nos permiten advertir que un insecto se ha posado sobre nuestra mano. Una presión muy importante paraliza estos receptores sensitivos. Es preciso entonces tratar de reducir la presión del contacto en la punta de los dedos a fin de poner en acción nuestro “zoom” táctil.
Sutherland puso en práctica una aproximación palpatoria muy fina, tan delicada que si el experimentador sujetara una mosca entre sus dedos y el cuero cabelludo del paciente, el insecto quedaría inmovilizado, pero indemne. El movimiento llega bajo los dedos, se acrecienta, el cráneo da la impresión de dilatarse, de inflarse, marca una pausa y luego se desinfla, se retrae, una nueva pausa y vuelve a tener una fase de expansión. A veces parece mantequilla. Ese ritmo, que se parece a las fases de la respiración pulmonar, no tiene, sin embargo, ni su amplitud ni su frecuencia; el ritmo craneal es de 8 a 14 pulsaciones por minuto.
Liberando los huesos y membranas craneales, reequilibrando la columna vertebral y el sacro, rearmonizando el movimiento respiratorio primario, Sutherland enriquece la osteopatía de Still, cubriendo un considerable campo de acción, curando y mejorando pacientes para los que nada podían los cuidados tradicionales.
Muerto a los 82 años, su obra le sobrevivirá, ampliada por sus discípulos Harold Magoun considerado su heredero espiritual. (que publica en 1966, Ostepathy in the Craneal Field),
Viola Firman, considerada como una leyenda viviente de la medicina osteopática, trabajadora incansable.
John Upledger y Denis Brooks. Un año antes de su muerte, pudo asistir al nacimiento de la Sutherland Teaching Association, en la que se realizan estudios científicos sobre la realidad y aplicaciones de la osteopatía craneal.
William Sutherland devolvió a la mano la importancia que nunca hubiese debido perder en medicina. El decía a los docentes en Osteopatía: "Enseñen a los dedos de sus estudiantes cómo sentir, cómo pensar, cómo ver, y luego, déjenlos tocar".
John Martin Littlejohn.(1865-1947)
El Dr. John Martin Littlejohn nación en Glasgow (Escocia) en 1865 donde cursa sus estudios de medicina. Se marcha a E.E.U.U. y tiene la ocasión de conocer al Dr. Still. J. M. Littlejohn queda impresionado por la sabiduría de sus tratamientos y decide aprender directamente de Still. El Dr. Littlejohn y el Dr. Sutherland se convierten en sus principales alumnos.
En 1900 termina su formación con el Dr. Still y funda una escuela en Chicago. En 1917 vuelve a Inglaterra y funda en Londres el célebre “British School of Osteopathy”, siendo hoy en día la escuela de osteopatía más antigua de Europa y la que goza con mayor reputación.
La British School of Osteopathy está patrocinado por la princesa Ana de Inglaterra y cuenta con más de cuatrocientos alumnos y un centenar de profesores. Además su clínica recibe alrededor de mil pacientes por semana.
Por la misma época nace una nueva corriente de osteopatía por parte de William Gardner Sutherland, alumno del Dr. Still en 1895. Siendo este considerado como el padre de la osteopatía cráneo-sacral.
Robert C. Fulford figuraba entre los más importantes representantes de la osteopatía moderna. Bajo la persistente influencia de su maestro y fundador de la terapia cráneo-sacra, William Sutherland, así como también del filósofo norteamericano Walter Russell, Robert contribuyó decisivamente al resurgimiento de la osteopatía tradicional con su idea del triune man, el hombre y su trinidad formada por el cuerpo, la mente y el espíritu. Así fue que, sin querer, terminó sentando las bases esenciales de la medicina biodinámica.
Publicado por JOLANDOS:
Puls des Lebens(allemán)
Original: Touch of Life
En 1971 Handoll, Nicholas obtuvo su licenciatura en Osteopatía. Tuvo su primer contacto con la osteopatía craneal en el año 1972. Entre sus profesores figuraban, entre otros, Alan y Rollin Becker, Viola Frymann, Robert Fulford, John Harakal, Harold Magoun, Thomas Schooley. Actualmente imparte clases en la Escuela Universitaria Inglesa de Osteopatía y en el Colegio Universitario Británico de Naturopatía y Osteopatía. Es asimismo cofundador del Colegio Craneal Sutherland y dirige un consultorio en Hereford, Inglaterra. |
McGovern, James Actual Presidente de la Universidad A. T. Still, que comprende el Colegio Universitario de Medicina Osteopática junto con el Museo Nacional de Osteopatía Still, la Escuela Universitaria Internacional del Control de la Salud, la Escuela Universitaria de Odontología & Salud Bucal de Arizona, y la Escuela Universitaria de las Ciencias del Cuidado de la Salud de Arizona. Anteriormente trabajó entre otras cosas, como profesor de medicina, fue asimismo Director del Departamento de Administración Sanitaria del Estado de Illinois y Vicepresidente del Colegio Universitario de Medicina de Virginia, así como también de la Universidad Case Western Reserve. Es el marido de Rene McGovern (ver abajo).
Publicado por JOLANDOS:
Dein innerer Heiler (alemán)
El terapeuta en ti (espanol)
Original: Your Healer Within
McGovern, Rene La Dra.Rene J. Mc Govern es Profesora Asociada en el Departamento de Ciencias Neuroconductuales en el Colegio Universitario de Medicina Osteopática de Kirksville, perteneciente a la Universidad A.T. Still y es profesora adjunta en los departamentos de Psiquiatría, Neurología y Psicología en la Universidad Case Western. Enseño y publicó diversos trabajos sobre la interacción entre el cuerpo, la mente y el espíritu. En la actualidad es la Directora del Proyecto Elderlynk, el cual cuenta con gran apoyo financiero y se ocupa de proveer con asistencia psicosocial a personas ancianas en regiones rurales. | |||||||
La osteópata canadiense Jane Stark es la historiadora sobre osteopatía más destacada en la actualidad. Nadie se ha ocupado tan intensamente de los años de la fundación de la osteopatía y de la persona de Still como lo ha hecho Stark. Es también la única osteópata que ha tenido a la vista y ha estudiado todos los manuscritos de Still, tanto los publicados como aquellos textos no publicados. Su tesis sobre “Los conceptos de fascia de Still” resulta para la historia de la osteopatía, desde diversos puntos de vista, una herramienta de gran valor, como índice con fuentes bibliográficas, como reflejo de la osteopatía en la actualidad y como prueba perdurable de la posición visionaria global de Andrew Taylor Still.
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Frymann, Viola La Dra. Frymann nació en el año 1921 y se graduó en 1949 en el Colegio de Médicos Osteópatas y Cirujanos de Los Ángeles. Fue una de los últimos alumnos de Sutherland y trabaja con una beca de investigación en la Academia de Osteopatía y la Academia Craneal (un factor importante para la Asociación Americana de Osteopatía que reivindica la terapia craneal). La Dra. Frymann es considerada una de las osteópatas líderes mundialmente, sobre todo en Europa y Australia, y está a la cabeza de la osteopatía para niños. Obtuvo distinciones honorarias por parte de seis asociaciones osteopáticas. Su “Centro Osteopático para Niños” en San Diego figura entre las instituciones más destacadas dedicadas a la osteopatía infantil. La Dra. Frymann es responsable de manera decisiva del segundo boom de la osteopatía en Europa, en particular en los años sesenta del pasado siglo en Francia. Desde entonces viaja por todo el mundo durante varios meses al año, para apoyar la osteopatía sobre todo en aquellos países en los que apenas se comienza a practicar la misma. Se trata de una leyenda viviente y es la fuente principal de la creciente e impetuosa popularidad de la osteopatía en todo el mundo.
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Esta técnica suave, sin riesgos, que conviene tanto a niños como a adultos, puede utilizarse, sola o combinada con otras terapias, sin restricción en todas las patologías.
El descubrimiento del movimiento respiratorio craneal conduciría a Sutherland a enunciar los principios que completaban la fisiología osteopática de su maestro Taylor Still.
Los huesos del cráneo se mueven. Los 29 huesos del cráneo gozan de movilidad, desde el nacimiento hasta la muerte. El nacimiento es una inspiración, una toma de contacto con el entorno terrestre, la muerte, una última espiración.
El cráneo no cesa de moverse hasta 15 minutos después del deceso clínico. A los equipos de socorro, especialmente en casos de ahogados, debería enseñárseles la técnica de reanimación por medio del impulso del movimiento craneal.
La vida (y su expresión dinámica, el movimiento) está orquestada por ese ritmo craneal, por esa alternancia de apertura y cierre, de expansión y de retracción, de rotaciones externas y luego internas, de inspiraciones seguidas de espiraciones, de flujos y de reflujos.
La articulación central, verdadero pivote alrededor del cual parecen girar los demás movimientos, está situada entre el hueso occipital y la base del esfenoides (articulación esfeno-basilar).
El movimiento craneal, que sólo manos bien entrenadas pueden percibir, ha sido analizado y registrado científicamente. Su amplitud, infinitamente pequeña, no excede de los 20 o 30 micrones.
Estomatólogos y ortodoncistas fueron los primeros profesionales del cuerpo médico en admitir el movimiento craneal y en colaborar estrechamente con los osteópatas en la reestructuración de los huesos de la cara, especialmente en las deformaciones dentales y en ciertos dolores o afecciones tempo-maxilares, evitando así provocar el desplazamiento del problema a otras partes del cráneo o de la columna cervical.
El cerebro y la médula espinal poseen el movimiento propio que conocen muy bien los neurocirujanos, que deben convivir con él durante una operación sobre la médula espinal o el cerebro.
El cerebro y la médula espinal palpitan animados por este movimiento donde se mezclan tres ritmos: el ritmo del corazón, el de los pulmones y otro más lento que parece venir del cerebro mismo. Cada célula cerebral tiene un movimiento en dos tiempos, de flexión y de extensión, fase de hinchazón, de dilatación, luego fase de retracción.
El sacro se mueve al mismo ritmo que el cráneo. Existe una movilidad del sacro que, como un péndulo, efectúa un movimiento de oscilación entre los huesos iliacos, movimiento sincronizado con el occipucio, al que está ligado por un tubo meníngeo rígido (o “corelink” o “vínculo central”).
Todavía hoy se considera al sacro como un hueso inmóvil entre los dos huesos iliacos, incapaz de movimiento, salvo para permitir el paso del niño en el momento del parto.
Sin embargo, el sacro es en realidad un lugar de micro movimientos continuos relacionados con la respiración pulmonar, la marcha y el movimiento respiratorio primario. La artrosis de la articulación sacro iliaca en las torsiones de la pelvis demuestra la existencia de esa movilidad.
Este punto es muy importante porque las perturbaciones mecánicas funcionales de esta articulación engendran múltiples trastornos, entre los que pueden citarse: los dolores lumbo-sacros, dolores en las nalgas, ciáticas, perturbaciones genitales y urinarias, perturbaciones circulatorias de las membranas inferiores, dolores de cabeza, cefaleas o migrañas, perturbaciones del equilibrio, vértigos, disturbios hormonales, etc.
La fluctuación del líquido cefalorraquídeo. Líquido que, por diálisis del plasma sanguíneo, es secretado a nivel de los plexos coroideos situados en los ventrículos del cerebro y cuya proporción es de alrededor 150 mililitros. Su poca abundancia es inversamente proporcional a la importancia de su papel en la salud de la sustancia nerviosa. Este líquido llena los ventrículos cerebrales, rodeando al cerebro, la médula espinal y la vaina de los nervios periféricos.
La acumulación de este líquido se traduce en hidrocefalia, ya sea en el interior del cerebro (hidrocefalia interna) o bien alrededor del cerebro (hidrocefalia externa). Las técnicas de la osteopatía craneal son de suma importancia y utilidad para normalizar los huesos del cráneo de los recién nacidos que han sufrido choques o compresiones exageradas, antes, durante o después del parto.
La osteopatía craneal también ayuda a reorganizar las estructuras óseas, a reequilibrar las membranas meníngeas y favorecer la libre circulación del líquido cefalorraquídeo en los traumatismos del cráneo.
Muchas veces resulta sorprendente hasta para el osteópata el sentir bajo sus dedos, en aquellos pacientes que han sufrido un accidente, meses o años después del impacto, la huella viviente de un choque directo sobre la pared ósea (con o sin fractura)
Existe un movimiento propio del cerebro y de la médula espinal. Los neurocirujanos conocen este movimiento por el contacto que adquieren durante una operación de médula espinal o del cerebro, El cerebro y la médula espinal palpitan, animados por un movimiento en el que se en cabalgan tres ritmos, los del corazón, los de los pulmones y otro ritmo más lento que parece provenir del cerebro mismo.
Existe una movilidad de las membranas intracraneales e intra raquídeas. Las membranas cerebrales son facias extendidas en el interior del cráneo que sirven para asegurar un buen reparto de las tensiones que se experimentan en la vida corriente, para amortiguar los choques y suspender al cerebro en un lecho mullido aunque resistente.
Cada célula cerebral, similar a una medusa, está animada por un movimiento propio: una fase de hinchazón, de dilatación, y luego una fase de deflexión, de retracción. El cerebro, por el movimiento de sus millones de células, soporta la onda pulsátil que resulta de esos millones de microondas líquidas.
El M.R.P. no es visible para el ojo, pero es fácilmente perceptible para la mano, aún para una mano sin experiencia. John Upledger D.O. dice que resulta más fácil que una mucama perciba el M.R.P. que un médico, pues el médico queda alejado de las percepciones de su mano por bloqueo conceptual. Ustedes también pueden sentir el movimiento craneal. Pongan sus manos, suavemente, con buen contacto, sobre el cráneo de su cónyuge o de su hijo, sin apoyar. Relájense bien y sentirán este cráneo vivir, inflándose y encogiéndose bajo sus manos en forma independiente de la respiración pulmonar.
La amplitud del M.R.P. es infinitamente pequeña, no pasa de 20 o 30 micrones; sin embargo, la mano la percibe muy bien. Ya sabemos la extraordinaria sensibilidad de los órganos sensores de nuestra mano, pero, además, el conjunto de los tejidos forma una de las palancas que amplifican el movimiento. El sacro se mueve al mismo ritmo que el cráneo, balanceándose entre los dos huesos ilíacos. Es un movimiento perfectamente sincronizado con el cráneo, con el cual está relacionado por el tubo constituido por la duramadre.
La duramadre es inelástica, muy sólida. Por eso trasmite perfectamente bien el movimiento de una estructura a la otra. Encima, entre ambas estructuras, tenemos una relación de líquido, la fluctuación de] líquido cefalorraquídeo. Este movimiento cráneo sacral este M.R.P. se traduce por una fluctuación del líquido cefalorraquídeo, secretado por diálisis del plasma sanguíneo a nivel de los plexos coroides ubicados en los ventrículos del cerebro. Son 150 mililitros.
Este volumen débil tiene una importancia considerable en la salud de la substancia nerviosa.
El L.C.R. llena los ventrículos cerebrales, envuelve el cerebro, la médula espinal y la vaina de los nervios periféricos. Es un verdadero almohadón hidráulico entre el cerebro y la pared ósea, amortigua los golpes y protege así los 60 a 100.000 millones de células de la neuroglia y los 100.000 millones de millones de sinapsis. Su densidad, idéntica a la densidad de la sustancia cerebral, evita el aplastamiento contra la caja craneal en los choques. También tiene un rol de nutrición y eliminación. El L.C.R. transporta los elementos nutritivos de la sangre hasta las estructuras nerviosas, y en sentido contrario, elimina los desechos; circula en los ventrículos, recorre un camino sinuoso a través de pequeños orificios para encontrarse en un espacio ubicado entre el cerebro y la bóveda craneal. A este nivel, está reabsorbido por los agujeros de LUSCHKA.
El cerebro, por el movimiento de sus millones de millones de células, reproduce la onda pulsátil que resulta de estos múltiples micromovimientos. También existe una movilidad de las membranas intracraneales e intrarraquídeas, es decir, las membranas que están dentro del cráneo y de la columna vertebral.
Las membranas cerebrales son fascias tendidas dentro del cráneo y sirven para asegurar una buena repartición de las tensiones que se ejercen en la vida corriente, amortiguando los golpes, suspendiendo el cerebro en una hamaca cómoda y resistente. Muy poco elásticas, se les ha dado la denominación de “membranas de tensión recíproca” y van dispuestas de tal forma que toda tensión excesiva en un grupo de fibras se va a repartir inmediatamente para asegurar un nuevo equilibrio. Con estas tensiones va a jugar el osteópata por intermedio de las palancas óseas que son los huesos del cráneo.
Aunque es aparentemente imposible, podemos percibir el M.R.P. en cualquier parte del cuerpo, aún en órganos que no tienen ninguna relación directa con el cráneo, el sacro o las membranas de tensión recíproca.
¿Cómo puede transmitirse el M.R.P. fuera del sistema cráneosacral? Indudablemente, los responsables de la transmisión de este movimiento son las fascias.
¿Qué son las fascias? La noción de fascia fue ideada por Still. Ellas pertenecen al grupo tisular más abundante del cuerpo humano, el tejido conjuntivo, y se encuentran en todas las estructuras del cuerpo. No es asombroso, pues, que toda movilidad a nivel del marco óseo semicerrado cráneo sacral lleve la propagación de esta movilidad a todos los niveles del cuerpo humano por simple puesta en tensión de esta mecánica fascial. Veremos, más adelante, cómo funcionan estas fascias.
Taylor Still tuvo la intuición de la importancia de la noción de fascia. En su libro Filosofía de la Osteopatía, escribe:
"No conozco ninguna parte del cuerpo que iguale la fascia como terreno de caza. Cuando uno persigue el estudio de la fascia, surgen a la mente más temas de reflexión que para ninguna otra parte del cuerpo".
Sabemos todos que el ser humano está constituido por huesos, músculos, órganos, glándulas, nervios y vasos, pero no todos sabemos que esos distintos elementos dependen de un sistema complejo que asegura la cohesión del conjunto, estableciendo relaciones entre los distintos elementos. Este sistema está constituido por las fascias.
Las fascias están constituidas por el tejido conjuntivo, que es el tejido más abundante del cuerpo. Representa el 16 % de la masa total del cuerpo y si pudiéramos destruir todos los tejidos del cuerpo menos el tejido conjuntivo, tendríamos en su volumen y proporción exactos la representación de todos los elementos del cuerpo, solamente con el 16 % del peso anterior. El Dr. Holliday (U.S.A.) hizo la experiencia de esclerosar con una sustancia la fascia antes de destruir los demás tejidos. Pudo sin dificultad poner de pie al "hombre fascia", que permanecía en la forma de la silueta humana. Este tejido está constituido de colágeno formado de micro túbulos.
Los laboratorios Rockfeller mostraron algo más: un "exudado" del líquido cefalorraquídeo, por sus más finas moléculas, recorre todos estos micro túbulos y favorece los intercambios iónicos a todos los niveles: celulares, capilares y simpáticos.
La función del tejido conjuntivo, como su nombre lo indica, consiste en juntar los tejidos entre ellos. Es un tejido de envoltorio, que envuelve y protege cada estructura del cuerpo, desde la célula hasta el órgano. Se encuentra en los tejidos blandos y duros: tendones y huesos, y también en los tejidos muy blandos como el pulmón y estructuras elásticas.
Las fascias pueden ser consideradas como la memoria del cuerpo. El osteópata se asombra a menudo al sentir bajo sus dedos, en un paciente que ha sido víctima de un traumatismo muchos años antes, la huella viva de este traumatismo. El paciente puede llegar a olvidarse de él, pero vamos a encontrar tensión de las fibras, restricción de movimiento, una deformación global de la trama tisular, un movimiento que aparece falseado. Esta huella expresa la memoria tisular de la energía absorbida. Se pude comparar a la huella de un puñetazo en una bolsa de arena. Aparentemente no se deformó la bolsa, pero la palpación permite ver la dirección del traumatismo, sentir la zona donde se produjo el choque.
Las fascias tienen múltiples funciones vitales. Primero tienen un rol mecánico de protección, de sostén, de apoyo; envuelven y protegen los órganos, las glándulas, los nervios, arterias y venas. Las aponeurosis constituyen el envoltorio de los músculos. La duramadre, envoltorio del cerebro y de la médula espinal, es resistente y rígida: eso le permite asegurar una buena cohesión de las piezas óseas del cráneo, de la columna, del sacro, etc. Pero esta rigidez constituye también el vector de transmisión de cualquier traumatismo de arriba hacia abajo y viceversa. Tenemos los envoltorios de los órganos del tórax y del abdomen, pleura, peritoneo, pericardio, las vainas que envuelven los vasos sanguíneos, los bronquios, el esófago y el tejido subcutáneo que protege los elementos vasculares y nerviosos de las agresiones externas. También tiene rol de defensa: las células conjuntivas de las fascias participan del sistema inmunitario. La reacción de defensa después de cualquier agresión es la inflamación que provoca los dolores que acompañan una lesión osteopática.
¿Cuáles son las causas de la inflamación? Son varias: tensión o presión anormal sobre una fascia, disminución de los elementos nutritivos y del oxígeno en los tejidos, aumento anormal de gas carbónico y de toxinas, proliferación local de microbios o toxinas, acumulación de desechos venidos de las células, consecuencia de accidentes, errores alimenticios o absorción de drogas.
IRRITACIÓN DE LOS SENSORES NERVIOSOS
La inflamación se caracteriza por reacciones constantes que son enrojecimiento, calor, dolor. Es un proceso vital de defensa. Después de la inflamación, viene el tiempo de la reparación. El tejido conjuntivo, con mucha irrigación, se forma progresivamente, reemplazado por tejido cicatricial que se va adaptando a las fuerzas a las cuales está sometido, pero no logra el grado de elasticidad del tejido original. En las cicatrices, predomina el tejido fibroso. Este su aspecto rígido se llama fibrosis. La encontramos en todas las cicatrices que han sido infectadas, y es el origen de numerosos trastornos que, a menudo, se acompañan de adherencias que provocan irritaciones crónicas, espasmos, disfuncionamiento de órganos, etc.
¿En qué afecciones ayuda la osteopatía craneal?
Problemas peri natales, parálisis braquial y facial, espina bífida y otras afecciones congénitas.
Lesiones medulares y cerebrales como hemiplejia, paraplejia
Alteraciones de la función sensorial y motriz.
Migraña, dolor de cabeza.
Alteraciones de coordinación motora.
Dolores crónicos de cuello y espalda.
Escoliosis.
Desórdenes del Sistema Nervioso Central como esclerosis múltiple.
Ansiedad, ataque de pánico, depresión.
Síndrome témporo-mandibular, trastornos de oclusión, bruxismo.
Problemas de aprendizaje y déficit de atención.
Estrés y tensión.
Estrés post-traumático: heridas, abusos, accidentes, atentados, etc.
Secuelas ortopédicas derivadas de lesiones deportivas o cirugías.
PRUEBAS CIENTIFICAS DEL MOVIMIENTO CRANEAL
Muchos objetan a la Osteopatía craneal que la única forma de percibir el movimiento craneal, el M.R.P., sea por la palpación. Varios equipos intentaron poner en evidencia el M.R.P. por experimentaciones indiscutibles.
Un equipo de osteópatas suizos, bajo la dirección de Francois Corfu D.O., y la "Escuela Suiza de Medicina Osteopática de Lausanne", utilizó la radiología para mostrar el movimiento craneal.
Toda modificación de presión o de tracción conlleva a reacciones tricálcicas a nivel del tejido óseo. Este proceso es conocido y verificado. Por ejemplo, si tenemos una presión permanente y constante sobre un pilar articular durante varios años, a este nivel se va a desarrollar una reacción de densificación tricálcica de este tejido óseo que llevará progresivamente a la formación de una osteofitosis reaccional de adaptación al proceso de presión. Pasa lo mismo para un cuerpo vertebral o una articulación de la cadera. Ese es uno de los mecanismos de la artrosis. De la misma forma, podemos analizar un cráneo en función de las concentraciones en tricálcico de fosfato. Podemos pues considerar que mecanismos de tracción o de presión pueden provocar a nivel del cráneo reacciones de adaptación materializados por una variación de la actividad tricálcica.
El objetivo de estos trabajos de radiodagnóstico fue intentar objetivar las fracciones óseas probablemente inducidas por uno de los puntos más controvertidos, que es el movimiento craneal. Los tricálcicos de fosfato que son la fracción mineral M hueso (30% del tejido óseo) delatan la función osteoblástica, es decir, las células que fabrican el hueso y que es proporcional a la distorsión biomecánica del tejido óseo. Cada parte del tejido óseo que aumenta su función biomecánica, aumenta su función osteoblástica en el mismo lugar. La consecuencia es que la concentración de tricálcico de fosfato se encuentra aumentada y provoca una densidad óptica que podemos ver en la imagen radiológica.
Todos los lugares que contienen una densidad óptica en una zona de unión de dos huesos, es decir, de articulación, testimoniarán una reacción tricálcica en relación con una solicitación mecánica fuera de los límites fisiológicos. Es el caso de una articulación coxo femoral (de la cadera): si hay una densidad asimétrica a nivel de la articulación, eso significa que hay una solicitación mecánica, no fisiológica, sobre la articulación donde se observa la hiperdensidad óptica.
A nivel del cráneo, si estamos en presencia de una densificación tricálcica sobre el borde de una sutura o articulación, podemos pensar que es la consecuencia de una reacción de la función osteoblástica de la placa ósea; es decir que hay una estimulación a este nivel que provoca la multiplicación y la hiperactividad de las células que fabrican el tejido óseo. Entonces, si hay esta reacción es porque hay una estimulación, estimulación que no puede ser otra cosa que un movimiento. Al contrario, si no hay estimulación biomecánica, tenemos una reacción de inhibición de los osteoblastos. Es lo que se llama una osteólisis o desaparición del hueso.
Eso es lo que pasa en los cosmonautas que permanecen mucho tiempo en el espacio; viven en estado de pesadez, sin que haya sobre su esqueleto ninguna solicitación biomecánica. No hay entonces ninguna estimulación de los osteoblastos. Al contrario, tenemos una destrucción del hueso, pues si el esqueleto no está solicitado por la carga normal del cuerpo, los osteoblastos que fabrican el tejido óseo no se multiplican más y el hueso se va desmineralizando. Si no hay movimiento a nivel del cráneo, no debería haber reacción de los osteoblastos, y sin embargo, observamos que esta reacción existe en numerosos casos.
Otro tipo de observación se ha hecho sobre los cráneos que padecen craneoestenosis, que es una soldadura precoz y patológica de las suturas craneales. Obviamente, estos elementos no pueden moverse y las placas óseas quedan inmóviles. Pero, radiológicamente, observamos sobre estos cráneos muchas huellas en forma de impresión de dedos. ¿Qué significa esto? Significa que las masas cerebrales se mueven debajo de la placa ósea y van, por su movimiento, a estimular el tejido óseo, creando una reacción osteoblástica, una multiplicación de los osteoblastos debida a la pulsatividad de las masas cerebrales. En este caso, si bien no puede moverse la estructura ósea, tenemos la prueba de que se mueve la estructura cerebral.
Se han estudiado también los cráneos de pacientes afectados por un tumor de la hipófisis, que aumentaba la presión intracraneal y provocaba, por supuesto, trastornos endocrinos, porque la hipófisis es el director de orquesta de todo el sistema endocrino.
Se ha observado sobre radiografías que a nivel de la sutura occipital había una abertura de 2,5 mm., visible a simple vista. Según lo que se enseña clásicamente, esta sutura occipital, supuestamente, debe soldarse a la edad de 20 años como máximo, y en regla general, mucho más temprano. En un paciente de 30 años, por lo tanto, este occipital no tiene ninguna razón de alejarse, de desengancharse de un cráneo supuestamente soldado. Sin embargo, se pudo observar una abertura de la sutura occipital con una separación de 2.5 mm., lo cual muestra en forma objetiva que los huesos del cráneo no están soldados.
Un equipo del "Colegio de Estudios Osteopáticos de Montréal", en Canadá, bajo la dirección de Gilles Marier D.O., ha objetivado gráficamente el mecanismo respiratorio primario. Anteriormente, varios equipos habían efectuado grabaciones del mecanismo respiratorio primario, pero se habían objetado los protocolos experimentales y los medios tecnológicos.
Los equipos canadienses de Robitatlle D.O. y luego de Gilles Marier D.O., permitieron, en 1987, a partir de la elaboración de un equipo electrónico sofisticado, la trascripción de un movimiento rítmico de los huesos del cráneo y la objetivación gráfica de lo que puede ser la correspondencia del movimiento respiratorio primario.
Pasaremos por alto los detalles técnicos que llevaron al equipo de MARIER a elegir herramientas muy sofisticadas y precisas. Lo importante era la más perfecta precisión. Al mismo tiempo, se grabó el movimiento del corazón, el movimiento respiratorio pulmonar y el movimiento respiratorio primario. Se grabó el movimiento respiratorio primario a nivel del cráneo por el equipo electrónico, y a nivel de los peronés, manualmente, por un osteópata que verificaba paralelamente si el diagnóstico palpatorio manual era corroborado y objetivado por las grabaciones. Los resultados durante las experiencias fueron los siguientes: el promedio de la frecuencia, es decir, el ritmo del M.R.P. es de 9,54 ciclos por minuto.
En cuanto a la velocidad de propagación del M.R.P., se observa un desfasaje más importante si la palpación se hace a nivel de los peronés que si se hace a nivel de] sacro, lo cual induce a pensar que las fases inspiratorias y expiratorias primarias del cráneo no son trasmitidas simultáneamente a todas las partes del cuerpo. Si este movimiento se inicia en el cráneo, es lógico suponer que hace falta un tiempo de propagación y que la velocidad de esta propagación no es muy rápida: de ahí el desfasaje que hemos mencionado.
Otros investigadores no osteópatas comprobaron también la movilidad del cráneo. El equipo del profesor Dr. Canabis, en 1990, objetivó la microdinámica de los ventrículos del líquido cefalorraquídeo. Por otra parte, las investigaciones del equipo del profesor Dr. Villaudel del Centro Hospitalario Regional Universitario de Reims, en Francia (1991), probaron la micromovilidad del cráneo. Unas sondas muy precisas de grabación, acopladas a computadoras, registraron, según distintas modalidades, la existencia de micromovimientos craneales rítmicos. Su frecuencia promedio es de 9,7 ciclos y su amplitud de 25 a 50 micrones. El equipo de Reims indica que todos los sistemas sofisticados llegan a las mismas conclusiones. Es interesante subrayar que la frecuencia promedio de los micromovimientos comprobada en el equipo de Reims confirma en forma indiscutible la frecuencia promedio de 9,54 ciclos por minuto grabada por el equipo de Gilles Marier en Montréal en 1987. Los médicos de Reims se quedaron sorprendidos al encontrar este movimiento en todas las partes del cuerpo y no solamente en el cráneo. Para los osteópatas, eso no fue ninguna sorpresa, como Uds. pueden comprender. La conclusión importante que podemos sacar de estas distintas investigaciones es que el cráneo se mueve. Sin lugar a dudas, en el curso de su trabajo, el osteópata va a revisar cuidadosamente todos estos movimientos de las piezas del cráneo, va a controlar la regularidad, la fuerza, la armonía del mecanismo respiratorio primario y corregir las restricciones de movilidad o los bloqueos que encuentre.
A raíz de la publicación de su primer trabajo, el Dr. Sutherland introdujo conceptos totalmente novedosos y revolucionarios en aquel momento, que provocaron numerosas reacciones de desaprobación, burla e incredulidad.
Fue él quien introdujo el concepto de la propiedad de autocuración que tiene el cuerpo humano, así como la idea de que el Sistema Nervioso Central está en constante movimiento rítmico y que este movimiento es vital para la salud humana y el mantenimiento de la vida.
Ideó las teorías del mecanismo de la respiración primaria, alrededor de los años 20.
Hoy en día todas sus teorías se han corroborado y han sido aceptadas como un hecho médico.
No dejó de trabajar hasta el final de sus días.
En 1954, ya a la avanzada edad de 78 años, el Dr. Sutherland se traslada a Pacific Grove, California, donde residiría hasta su muerte, en ese mismo año.
El legado que dejó tiene un precio incalculable para la medicina de hoy día, y su obra sigue despertando la admiración de sus discípulos, a quienes animaba a "pensar con los dedos", y de los osteópatas en todo el mundo.
El sucesor más directo del Dr. Sutherland es Harold Magoun, considerado su heredero espiritual. El Dr. Magoun le toma el relevo difundiendo este nuevo arte entre osteópatas muy motivados y competentes.
En 1951 publica una de sus obras: Osteopathy in the cranial field.
Harold Magoun afirma que:
"Es el sistema, entre las artes curativas, que se centra sobre todo en la integridad estructural de los mecanismos del cuerpo, porque son los factores más importantes para el mantenimientos del bienestar del organismo, tanto si goza de buena salud como si está enfermo" (Magoun 1978).
Respecto al mecanismo de respiración primaria descubierto por W.G. Sutherland en los años 20, H. Magoun afirma lo siguiente:
"El mecanismo respiratorio primario es probablemente la manifestación más potente de la vida misma. Éste continua cuando se corta la respiración pulmonar y alrededor de unos quince minutos después de haber desaparecido todas las constantes vitales".
Harold Magoun colabora con otros osteópatas importantes como Viola Frymann y John Upledger entre otros discípulos seguidores de la doctrina osteopática. De esta manera, H. Magoun hace perdurar en la tradición las obras de Still y de Sutherland el hombre cuyos dedos "sienten, piensan y ven".
Uno de los colaboradores de H. Magoun es el Dr. John Upledger. Es doctor en Medicina y Osteopatía, cirujano, investigador, profesor y autor de varias obras
Su carrera profesional de más de 30 años de experiencia en la práctica y la investigación hizo que introdujera importantes innovaciones en el campo de la medicina que le han hecho ganar el reconocimiento mundial.
Desde 1975 a 1983, el Dr. Upledger se dedicó a sus investigaciones clínicas y ejercer de profesor de biomecánica en la Universidad del estado de Michigan, supervisa a un grupo de anatomistas, biofísicos, fisiólogos y bioingenieros en experimentos que probaron la existencia e influencia del sistema craneo-sacral.
Los resultados de esa investigación contribuyeron a un mejor conocimiento de la importancia de este sistema para tratar disfunciones y disminuir el dolor en esta zona del cuerpo y, posteriormente, a la creación de la terapia craneo-sacral.
El Dr. Upledger es el autor de cuatro libros que tratan esta terapia:
Craniosacral Therapy, (co-autor con Jon D. Vredgeroogd, M.F.A.).
Craniosacral Therapy II: Beyound de Dura.
Somatoemotional release and beyond.
Your innter Physician and You.
Otra alumna destacada del Dr. Sutherland es Viola Frymann quien, por su parte, destaca por su labor en constantes investigaciones y sus aportaciones ampliando el campo de la osteopatía craneal.
Nació en Inglaterra y se graduó en la Universidad de Londres M.B., The Royal collages, M.R.C.S., L.R.C.P. y en el colegio de Médicos Osteópatas y Cirujanos de los Angeles.
Es Miembro Honorífico de la Academia Americana de Osteopatía (FAAO), así como de la Academia de Osteopatía craneal y de la Facultad de Homeopatía del Royal Londres Homeopathic Hospital.
Considerada como una leyenda viviente de la medicina osteopática, la Dr. Frymann ha sido galardonada en numerosas ocasiones por su trabajo. Algunas de sus condecoraciones incluyen la medalla de Honor de Andrew T. Still, Matrícula de Honor de la Academia Americana de Osteopatía, El premio William G. Sutherland de la Academia de Osteopatía Craneal, Matrícula Honorífica en su doctorado en ciencias en Medicina Osteopática así como la Medalla Philip Pumerantz por su "distinguido servicio y extraordinaria aportación", ambos por parte del Colegio de Medicina Osteopática del Pacifico, donde la Dr. Frymann también es miembro activo del profesorado, en la Universidad del Oeste de las Ciencias de la Salud.